Hay jóvenes que sin buscarlo ni quererlo, son envueltos por la droga. ¿Las razones? Muchas, desde el entorno hasta la falta de oportunidades educativas o sociales, pasando por problemas con sus padres, familias disfuncionales y las «malas “juntas», que empujan a niños y adolescentes al consumo para olvidarse un poco de los inconvenientes que les plantea la vida.

Hay quienes encuentran en estos espacios de evasión el reemplazo de lo que para otros es tan normal, como buscar un trabajo, formar una familia o cualquiera de las actividades propias de un ciudadano inserto en una sociedad. Es tanto a lo que llega la dependencia con las drogas o el alcohol, que basta con mirar a los ojos a estas personas para observar la angustia cuando, estando tras las rejas, el acceso a estas sustancias se complica.

Realidad local

En Copiapó, el centro del Servicio Nacional de Menores (Sename) cuenta con un equipo para tratar adicciones financiado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda). Allí, los profesionales realizan un verdadero trabajo de joyería para rescatar a aquellos jóvenes condenados que quieren superar su dependencia.

El programa es desarrollado por la Fundación Tierra de Esperanza, que trabaja al interior del recinto y cuenta con cinco especialistas interventores, que contribuyen a encontrar la estabilidad entre aquellos que muestran las ganas y se atreven a dar ese pequeño paso y reconocer que quieren un mejor futuro. No es un proceso fácil, rápido ni económico. Cada cual, a su ritmo, vuelve a caminar, a sonreír y, lo más importante, vuelve a creer que es posible doblarle la mano al destino.

Recientemente, uno de estos muchachos ganó el Mundial de la Recuperación. Sin fuegos artificiales ni medallas, L.A.E.A. aceptó la ayuda de los profesionales del centro. Con ocasión de la ceremonia de alta terapéutica, agradeció el apoyo de la Fundación Tierra de Esperanza.

Doble mérito

Igual de satisfechos estaban en la familia del joven. Su madre miraba incrédula el diploma que validaba su recuperación y certificaba su formación como carpintero. El velador fabricado por él fue el mejor regalo que podían recibir los suyos, que regresaron llenos de esperanza a Vallenar.

La psicóloga tratante, Mónica González, relató que el tratamiento pasa por diferentes etapas, desde la diagnostica hasta el alta terapéutica. «La triada a cargo de cada caso establece objetivos específicos en conjunto con el joven, incluyendo sesiones individuales, grupales y familiares. Y, si bien se dan instancias grupales entre los jóvenes, nuestra intervención es individualizada.», detalló.

Martha Palma, la directora de Senda Región de Atacama, valoró la labor del equipo profesional, al que le reconoció un «doble mérito», dadas las condiciones en que se desempeñan. “Felicito a cada uno de los especialistas que están laborando día a día allí y que entregan lo mejor de sí para lograr este tipo de resultados”, afirmó.

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