Hasta ofrecimientos de matrimonio han recibido la psicóloga Flor Castro y la orientadora familiar Elena Correa, las encargadas de impulsar en las empresas privadas y organismos públicos de la Región de Atacama el programa Trabajar con Calidad de Vida (TCV), del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).

“Hay que hacer un esfuerzo por mantener lo técnico y lograr el objetivo que persigues con tu quehacer”, indica Castro. “También preguntan oiga, ¿usted no es casada, no tiene anillo?», agrega.

Para ambas profesionales, lo gratificante de la labor es la valoración de los trabajadores, que reconocen la importancia de lo aprendido en cuanto a la prevención del consumo de drogas y alcohol, además de la utilización del conocimiento no tan solo en la empresa, sino que también en su vida personal o familiar.

«En una ocasión, hicimos una capacitación a grupos de puros hombres. Muy esmeradas, fuimos de lunes a viernes. Al término del proceso, al momento de despedirse, pregunté si alguien tenía alguna duda pendiente. Entonces, uno de los trabajadores se pone de pie y dice: ¿usted tiene el pelo liso o crespo? Todos nos largamos a reír», cuenta Correa, cuyo cabello planchado paulatinamente se había rizado a medida de que había avanzado la semana.

Ganancias netas

Para la directora del Senda Atacama, Martha Palma, “la labor que realiza el área de Prevención, liderado por Claudia Monroy, es muy importante, porque no tan solo trabaja el consumo de sustancias y el fortalecimiento de las conductas responsables, sino que también hay un mejoramiento en el clima laboral y, por ende, una mejor calidad de vida.

«Ese aspecto, en el cual que la Presidenta Michelle Bachelet ha puesto énfasis, minucioso y menos mediático, se hace realidad hoy en las empresas y organismos, por lo que esperamos sumar a más», complementó la autoridad.

Actualmente, 17 entidades colaboran con Senda en distintos niveles de este programa, que comienza con un proceso de diagnóstico, con el objetivo de poder crear un plan de acción ajustado a la pertinencia de cada organización que permita obtener información de los denominados factores protectores, para así potenciarlos y trabajar sobre los indicadores de riesgo.

No se trata de algo que se implemente de manera rápida tras una charla, sino que existe un seguimiento de las empresas que han cumplido con el primer paso, el cual es obtener un certificación como “Espacios Laborales Preventivos” y luego conseguir los niveles intermedio o avanzado.

Gracias a su adopción, los trabajadores protegen su salud y seguridad, contribuyen a mejorar la calidad de vida laboral y ayudan a prevenir o reducir los niveles de consumo de drogas o alcohol. Al mismo tiempo, el programa contribuye a mejorar la productividad, disminuye el ausentismo y permite a las organizaciones obtener reconocimiento y prestigio mediante la certificación que entrega Senda.

Más alianzas

Las empresas regionales pioneras en el TCV fueron en 2012 Boggioni & Boggioni y  Movitrans. Hoy, se encuentran en etapa de finalización y elaboración de las memorias del programa para avanzar al nivel final. Esta instancia tiene como objetivo realizar una sistematización del trabajo implementado en materia de prevención en los espacios laborales, en el interior de sus organizaciones.

El año pasado, ingresaron 10 entidades al programa, pero sólo continuaron cinco: Mainsa; Sic; Agrícola Don Alfonso; Cap Minería de Copiapó, y Punta el Cobre. Todas ellas, se encuentran en segundo año de seguimiento inicial y en proceso para certificación intermedia o avanzada.

Esta temporada, tanto Flor Castro como Elena Correa han redoblado sus esfuerzos y han sumado a Aduana Chañaral; Sence Atacama; Transportes 3 Norte; Transportes Verasay; Warner; Unimarc; el Servicio de Registro Civil e Identificación; Cap Minería Valenar; Salinas y Fabres, y la Seremi de Salud.

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