Los psicofármacos son sustancias químicas que actúan sobre el sistema nervioso central y que se usan para el tratamiento de los trastornos de la salud mental.

Los psicofármacos son recetados para tratamientos médicos y bajo supervisión profesional por tiempos limitados, sin que traigan mayores consecuencias. Sin embargo, el riesgo aumenta cuando las personas se automedican, provocando trastornos del sueño, irritabilidad, crisis de pánico, depresiones.

También dificultan el desarrollo de tareas motoras y generan alteraciones de la memoria.

La adicción a los psicofármacos afecta a tres niveles:

  • El fisiológico, porque el cuerpo pide más dosis.
  • El cognitivo, pues el pensamiento de la persona está centrado en conseguir o consumir las pastillas.
  • El conductual, porque algunas personas realizan acciones que nunca harían si no tuvieran la adicción.

Los síntomas más fáciles de detectar por parte de amigos, familiares o compañeros de trabajo son el aislamiento, los cambios de actitud o de humor, dejar de realizar actividades habituales, la pérdida o deterioro de las relaciones sociales o problemas en el trabajo.