Coordinadora de SENDA en Coquimbo junto a Alexis en su ceremonia de egresoAlexis Halles Zambra no sabe cómo en un momento de su vida, el alcohol y las drogas terminaron ganándole la batalla. Todo comenzó con un consumo moderado durante su juventud, pero las malas juntas y el entorno lo llevaron a perder a su pareja, descuidar a sus hijos y a dejar de lado sus responsabilidades personales y laborales, donde siempre ha destacado como un líder innato.

Alexis recibió su alta terapéutica tras estar durante 14 meses participando de un programa de rehabilitación en Tongoy, el cual es financiado por el Servicio Nacional de Rehabilitación y Tratamiento de Drogas y Alcohol (SENDA). En esta entrevista comparte su experiencia de vida y nos cuenta que el camino hacia la rehabilitación es posible.

Actualmente existen 1.668 planes de tratamiento anuales asignados para el convenio adultos, y 1.104 para el que atiende a jóvenes infractores de ley. Esto significa que 139 adultos y 92 adolescentes reciben mensualmente prestaciones del convenio en los centros de tratamiento de SENDA en la Región de Coquimbo.

Alexis, ¿cuándo y cómo te inicias en el consumo?


Desde los 15 años comencé a consumir, primero de manera moderada, compartiendo en fiestas y “carretes” y luego de forma indiscriminada. Con el paso del tiempo fui conociendo a más gente y mi consumo aumentaba fuertemente, al punto de perder a mi familia, mi pareja y muchas veces le falté el respeto a mis hijos.

Durante 5 años estuve en ese estado, donde afortunadamente tuve gente que entendía que esto es una enfermedad y no un vicio, ya que uno no se da cuenta siquiera donde está metido. Te sientes muy bien en ciertos momentos, generalmente estando bajo los efectos del alcohol, pero en otros te sientes terrible y muy solo.

¿Qué otras cosas perdiste por el consumo?


Muchas cosas, fui perdiéndole el respeto a la gente y también a mí mismo. Hice cosas que otras personas me recordaban al día siguiente que había hecho, de las cuales yo ni me acordaba. Todo esto en algún momento me lleva también a consumir drogas.

¿En qué minuto decides pedir ayuda?


Cuando vi a mis hijos crecer (actualmente tienen 18 y 17 años) y me di cuenta que el espejo y el referente que tenían para sus vidas no era bueno. Siempre me he dedicado a ayudar al resto, siempre he colaborado con causas sociales, pero no me estaba ayudando a mí. Mis espacios físicos y de reflexión eran solo cuando estaba mirando el techo.

¿Qué puedes decirle a aquellas personas que creen que la rehabilitación efectiva no es posible?


Les diría que crean en un cien por ciento, porque cuando uno está afuera es muy cobarde y no intenta siquiera buscar ayuda. Pero si uno quiere hacerlo, se puede. Una persona que quiere rehabilitarse puede hacerlo, pero también debe saber que tiene que poner mucho de su parte.

Tengo entendido que tú quieres seguir trabajando con jóvenes y adultos que presentan adicciones


El hecho de estar acá y vivir esta experiencia de rehabilitación, que se extendió por poco más de un año, me llevó a conocer otro camino, uno en el que cada usuario se acompaña y asesora de profesionales que trabajan con mucha dedicación y compromiso con cada uno de nosotros, como en mi caso que estuve en el centro de tratamiento Casa de La Esperanza de Tongoy. Es por eso que quiero compartir esta maravillosa experiencia de vivir, y ayudar a otros como lo hicieron conmigo.

¿Qué recuperaste con tu proceso de rehabilitación?


Me recuperé a mí mismo, que es lo más importante. Recuperé a mis hijos y ellos están aprendiendo a verme con más respeto. Yo entiendo que muchos usuarios vengan para recuperar a sus parejas, sus trabajos, o lo que sea, lo cual es muy válido, pero en mi caso vine a recuperarme a mí mismo y lo conseguí completamente. Si uno no hace ese proceso, difícilmente puede tener buenas relaciones con los demás. No debemos olvidarnos nunca de nosotros mismos para luego pensar y compartir con los demás.

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